domingo, septiembre 27, 2009

Elogio al poema o el poema elogioso
Stephen Derwent Partington

Encomiamos al hombre que,
aunque tenía el fósforo en sus manos,
vislumbró el horror en la pequeña gota,
vio en el marrón y su globosa suavidad
un pequeño cráneo hecho carbón
y de nuevo lo guardó en su caja.

Celebramos también al joven que,
aunque alzó su panga2 con el puño apretado,
lo sintió de pronto ajeno entre sus manos
al no tener ni matorral ni leña que ser talados,
y lo soltó al suelo.

Una ovación para el hombre que
al ver corriendo una mujer,
con su vestido desgarrado,
deseándola también,
vio a su madre en juventud,
contuvo a sus colegas y se alejó.

Rendimos homenaje al hombre que,
pese a tener de piedra el corazón
y al tomar una piedra que aventar,
sintió sobre su palma la dureza
intuyó lo frágil de los cuerpos,
y dejó caerla.

Encomiamos al hombre que,
aunque revisó
la credencial de un pasajero,
no atendió el nombre sino el rostro3
y la extendió de nuevo
como se tiende la mano a un amigo.

Y para el resto de nosotros,
una bendición:
porque nunca tengamos que ser ese hombre,
pero si tenemos que ser, hay que
SER!

2 Palabra Suajili: machete.
3 El nombre de pila y el de familia revelan la pertenencia a una determinada tribu [Nota del traductor].

Stephen Derwent Partington vive en Ukambani, donde enseña y escribe poesía.