viernes, septiembre 26, 2008


Arráncate la vida


46 millones en el arranque de Arráncame la vida, menos que El crimen del Padre Amaro pero mucho mas de lo esperado, al menos para los “preciosos” de Casa Aguayo que se estrenaron como productores con fabulosos 6 millones de Dólares, obviamente del erario publico.

Basada en la novela de Ángeles Mastretta, best seller poblana, historia desarrollada en gran parte en Puebla; creemos que esta fue una de las razones para que el gobierno del estado le hubiera apoquinado suficiente dinero a pesar de las referencias a los agandalles y cacicazgos que salen en la película, aunque otros mas realistas creen que en Casa Aguayo ni siquiera habían leído la novela por lo que no se dieron (ni se darán) por aludidos.

Y es que en esta historia narrada cinematográficamente con propiedad por Roberto Sneider, quien además se aventó el guión; los personajes principales, Catalina la típica poblana de cualquier época, el General Andrés Ascencio, el cacique de todas las épocas y sus personajes satelitales recrean lugares comunes tan actuales que no dejaban de causar alguna que otra risa. Así es que haciendo uso de esa práctica tan común de tomar lo que quiero, Andrés Ascencio (Daniel Jiménez Cacho, con el buen oficio que le caracteriza y que hasta se ha vuelto un formato) se roba por la buena a una chamaca de 15 años que no hace mucho por impedirlo y con la ambiciosa aprobación de la muy poblana familia de la menor Catalina (Ana Claudia Talancón, que aun sigue dejando ver en sus actuaciones un pasado telenovelero).

Se retrata el ascenso en el poder de este general que impune usa todos los recursos que se usan en el medio político, extorsión, amenaza y asesinato; haciendo de las situaciones un chiste político que causa en las salas de exhibición la risa desaforada pero muy poca reflexión y/o comparación con el México o la Puebla de hoy, pero no solo la política o “preciosa”, la “decente” y “tradicional”, la “sufridora”, la “Otra” como algunos atrevidamente refieren sin especificar; pero seguro el director, cinematográficamente correcto como es la moda de los realizadores de ahora, no quiso politizar su película mas allá de los chistes comunes.

En una escena Andrés Ascencio, Héroe de los machos poblanos, presenta a su esposa adjetivándola para justificarse: Es poblana diciendo demasiado con esa escena, Catalina se desenvuelve en el ascenso en el poder del esposo que usa estrategias que el propio “gober precioso” no envidiaría (creo que tal vez el fue el asesor de la película para estas escenas de corrupción e impunes acciones) ella, además se ocupa domesticar este poder y de su propia búsqueda interna, cosa no muy clara en la película pero si en la novela, además de los deberes propios de la Casa de Beneficencia del Estado (el DIF de ahora) y de conciliar entre su marido y las potenciales victimas de el, esto la forja al parecer, aunque en Ana Claudia Talancón no se note mucho el cambio de Catalina. Entra al quite para marcar los momentos de decisión de Catalina una Isela Vega que al parecer ha estado usando el mismo vestuario en las ultimas tres películas que le hemos visto, ella le enseña explícitamente a “sentir” cuando se acaba de casar-fugar y no “sintió”, después aparecerá para darle consejo mas severo, una actuación poco meritoria de esta activa defensora del petróleo.

Los planes de Andrés Ascencio para la presidencia de la Republica se le ceban, pues el dedazo apunta a su compadre, casi hermano; el Gordo, el Fito, a quien el “preciso” en turno favorece y que es interpretado con solvencia y sobriedad que en vida no se le valoro al cien por ciento, por Guillermo Gil, de esos actores que en esta y en otras padecieron el estigma de no ser del mainstream, galanes televisivos o por ser mas de teatro, Guillermo Gil originario de Tehuacan por cierto y quien falleció en meses pasados sin que las autoridades culturales (¿?) hicieran mención, honores, homenajes, dudo que sepan siquiera quien era. Ya como presidente del País, el Gordo se lleva a su compadre a México donde sigue haciendo las de el y donde Catalina se enamora del amor de su vida, Carlos (un joven actor algo insolente) director de orquesta y además casi ahijado de Andrés Ascencio y además comunista de izquierda y revoltoso que toca música de Revueltas, también amigo de personajes que a mi parecer no terminaron de emular a Demetrio Vallejo o a Valentín Campa, ya se imaginan como terminara esto.

Sin duda una buena película para los que no requieren del rigor histórico y usan la premisa de: “Para que leer el libro si ya esta en película”, también para ver reflejado al macho mexicano en el sin numero de chistes a propósito involuntarios de Andrés Ascencio. Para ver reflejada a la mujer sumisa que se rebela a ratos y que se reivindica a pesar de que, como ahora; las circunstancias les sigan siendo adversas.

Para los que si requieren de mayor compromiso del cine con la sociedad, de rigor histórico y se creen mas lectores y muy acá pues también véanla así como ven sus telenovelas a escondidas.



Además de mirar que la solvencia con la que Roberto Sneider se ha desenvuelto para filmar libros de autores mexicanos y que ha ido en aumento practicando con comerciales de galletas caras, desde Dos Crímenes que tuvo buena recepción en festivales de fuera, cosa que por ser tan local, no tendrá, auguro; Arráncame la vida.

En una escena un personaje, Cordera (Rafael Sánchez Navarro) quien no se entiende si emula a Demetrio Vallejo o a algún disidente de los charros de la CROM aliados a Andrés Ascencio, le dice a Carlos, el “comunista” y enamorado de Catalina: En este país los que no tienen miedo de luchar, tienen tedio…. Así de actual puede ser esta película.

Nota: La promoción de golosinas imperiales de bimbo es una farsa, fui a la función con mis envolturas ganadoras y me mandaron por las cocas, solo son un descuento de 10 pesitos y como no lleve dinero pues el Jorge tuvo que pagar los boletos…. No compren bimbo y si van al monopolio del cine que los inviten…

domingo, septiembre 21, 2008

Bajo el seudónimo de Jean Baudry, Rimbaud publicó hace 137 años una breve narración titulada “El sueño de Bismarck”, que le había pasado de noche a los innumerables estudiosos de la obra rimbaudiana. Mas aun a los que conocemos muy poco del autor de "Una Temporada en el Infierno"...





El sueño de Bismarck
(Fantasía)

Arthur Rimbaud (Jean Baudry)

Es el atardecer. Bajo su tienda de campaña, lleno de silencio y de sueño, Bismarck, un sueño sobre el mapa de Francia, medita. De su inmensa pipa escapa un hilillo azul.

Bismarck medita. Su pequeño índice ganchudo anda, sobre el papel vitela, del Rhin al Mosela, del Mosela al Sena. Imperceptiblemente con la uña rasga el papel alrededor de Estrasburgo: pasa más allá.

En Sarrebruck, en Wissembourg, en Woerth, en Sedán, tiembla, el dedito ganchudo: acaricia Nancy, rasguña Bitche y Phalsbourg, raya Metz, traza sobre las fronteras pequeñas líneas quebradas –y se detiene...

¡Bismarck ha cubierto triunfante con su índice la Alsacia y la Lorraine ! ¡Oh! ¡Qué delirios de avaro bajo su cráneo amarillo! ¡Qué deliciosas nubes de humo exhala su pipa venturosa!... Bismarck medita. ¡Vaya! Un grueso punto negro para detener el índice bullicioso. Es París. Entonces, la uñita malvada, raya, raya el papel, aquí y allá, rabioso, al fin, por detenerse... El dedo queda allí, mitad plegado, inmóvil.

¡París, París! El buen hombre ha soñado tanto con los ojos abiertos que la somnolencia se apodera de él: su frente se inclina hacia el papel. Maquinalmente, la hornilla de la pipa escapa de sus labios y cae sobre el innoble punto negro...

¡Huy! Povero. Abandonando su pobre cabeza, su nariz, la nariz de M. Otto de Bismarck se ha hundido en la hornilla ardiente... ¡Huy! ¡Povero! ¡Va povero! En la hornilla incandescente de la pipa... ¡Huy! ¡Povero! El índice está sobre París... ¡Terminado el sueño glorioso!

¡Esta nariz del viejo primer canciller era tan fina, tan espiritual, tan feliz! ¡Escondan, escondan esta nariz!...

Y bien, querido mío, cuando, para compartir el plato de col fermentada real, usted entre de nuevo a palacio

(líneas faltantes)

¡Y he allí! ¡Habría que soñar despierto!

Traducción de Marco Antonio Campos